En Esferize somos unos auténticos apasionados de las comunicaciones inalámbricas y de la innovación pero, a veces, la mejor forma de innovar es conocer a quién lo hizo primero. Por eso, hoy queremos compartir con vosotros la historia de Nikola Tesla, el precursor de las comunicaciones inalámbricas. Nikola Tesla es una de las figuras más influyentes en la historia de la ciencia y la tecnología. Sin embargo, su historia es bastante peculiar y no del todo conocida por el gran público.
Los inicios de Nikola Tesla
Tesla nació en un pequeño pueblo de apenas 400 habitantes de la región de Lika, en Croacia. Tras una infancia humilde y marcada por contraer el cólera con 17 años, pasó por el ejército, e ingresó en la Universidad Politécnica de Graz en Austria, donde comenzaba a germinar en su cabeza la idea de que la energía gratuita llegase a todo el mundo.
Años más tarde, en París, fue contratado en la Compañía Edison. En 1884 cruza el charco hasta Nueva York con una carta de recomendación de su jefe en París y se presenta en el despacho de Thomas Alva Edison. La carta decía: “Conozco a dos grandes hombres y usted es uno de ellos. El otro es el joven portador de esta carta.”
Y Edison le contrató ese mismo día. Pero entre ambos existían diferencias que fueron acrecentándose con el paso del tiempo. Edison era defensor y primer introductor de la corriente continua. El sistema de Tesla, la corriente alterna, era mejor y llega hasta nuestros días. Pero Edison sólo pensaba en su negocio y , preso de la envidia, no dejó de humillar y ridiculizar a Tesla: haciéndole trabajar dieciocho horas diarias de lunes a domingo arreglando problemas técnicos, o montando «espectáculos» para desacreditar la corriente alterna.
Tesla se despidió de Edison tras una broma muy pesada de éste último, manifestando “El presente es vuestro, pero el futuro es mío”.
Wardenclyffe, el sueño que nunca llegó a ser
Tras los éxitos cosechados por la corriente alterna durante los años anteriores, Tesla se decidió a apostar de lleno por su gran sueño: lograr energía y comunicaciones inalámbricas. Este proyecto comenzó a materializarse a través de la Torre Wardenclyffe, también conocida como Torre Tesla, una torre de alta tensión con una antena de 30 metros de altura cuya finalidad iba a ser permitir la telefonía comercial transatlántica, impulsar las retransmisiones radiofónicas, y demostrar que era posible transmitir energía de forma inalámbrica, sin cables entre emisor y receptor, y además de forma gratuita. Para ello iba a seguir los mismos principios que con la radio.
Cuando pidió más fondos para continuar investigando, le fueron denegados de forma premeditada. Había demasiados intereses en juego como para permitir que un inventor casi utópico, que ya había demostrado ser capaz de lograr avances de peso como el de la corriente alterna, se cargara un sector monopolizado por unas pocas élites. Así que Wardenclyffe se vio obligada al cierre antes de ser totalmente operativa y a demolirse parcialmente en 1917, en plena I Guerra Mundial, cuando Tesla ya tenía más de sesenta años.
Olvido
En los últimos años de su vida, The Times entrevistó a Tesla, quien reveló que: “sólo esperaba vivir el tiempo suficiente para, al menos, colocar un aparato en una habitación que pudiese activarse con la energía de su alrededor».
En su crepúsculo, Tesla murió sólo, abandonado. Tras fallecer en 1943, comenzó la campaña para borrar su nombre de la Historia y atribuir sus éxitos a otros, así como centrar su recuerdo en su carácter excéntrico.
Por ejemplo, Edison fue proclamado padre de la electricidad, y Marconi inventor de la radio. Pero ambos, sin Tesla, no hubiesen sido nada. Especialmente Marconi, quien utilizó diecisiete patentes de Tesla para su primera retransmisión en 1901, atribuyéndose el mérito sin citarle.
¿Por qué tanto interés en borrar a Tesla? Principalmente, dos grandes motivos:
Tesla nunca quiso enviar ningún artículo a la comunidad académica, ganándose su enemistad y, con ella, su oposición a cualquier nuevo invento que creara.
El sueño de Tesla era obtener energía gratuita para todo el mundo y, además, enviada de forma inalámbrica. Esto chocaba frontalmente con las aspiraciones del poder económico y los monopolios energéticos que veían peligrar su negocio.
Por si el escarnio popular no fuera suficiente, el Gobierno estadounidense incautó a través del FBI todos sus documentos, incluyendo estudios e investigaciones propias. Su familia tardó años en recuperar dichos documentos, para lo cual tuvo que contar con la ayuda de la embajada de la antigua Yugoslavia; desde entonces se encuentran expuestos en el Museo de Nikola Tesla.
En Esferize creemos, como Nikola Tesla, que no siempre las posibilidades existentes son las únicas sino que hay algo mejor por venir y simplemente hay que descubrirlo. Aunque para lograrlo haya que recorrer un largo camino de esfuerzo y constancia. Sin duda, su ejemplo resulta un espejo inmejorable en el que mirarse a diario para exigirnos el máximo y ofrecer siempre lo mejor a cada cliente.
Imagen: compartiendolared.blogspot.es